El Grito Infinito

llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones

"Dialéctica del cenit y el ocaso", por Miguel Amorós

Publicado por Álvaro en , , el 26.12.11




Miguel Amorós, el (en ciertos círculos) reputado antidesarrollista y situacionista, ha escrito un texto que resume estupendamente la visión del futuro que tiene el autor de este blog.
  El capitalismo ha alcanzado su cenit, ha traspasado el umbral a partir del cual las medidas para preservarlo aceleran su autodestrucción. Ya no puede presentarse como la única alternativa al caos; es el caos y lo será cada vez más. Durante los años sesenta y setenta del pasado siglo, un puñado de economistas disconformes y pioneros de la ecología social constataron la imposibilidad del crecimiento infinito con los recursos finitos del planeta, especialmente los energéticos, es decir, señalaron los límites externos del capitalismo. La ciencia y la tecnología podrían ampliar esos límites, pero no suprimirlos, originando de paso nuevos problemas a un ritmo mucho mayor que aquél al que habían arreglado los viejos. Tal constatación negaba el elemento clave de la política estatal de posguerra, el desarrollismo, la idea de que el desarrollo económico bastaba para resolver la cuestión social, pero también negaba el eje sobre el que pivotaba el socialismo, la creencia en un futuro justo e igualitario gracias al desarrollo indefinido de las fuerzas productivas dirigidas por los representantes del proletariado. Además, el desarrollismo tenía contrapartidas indeseables: la destrucción de los hábitat naturales y los suelos, la artificialización del territorio, la contaminación, el calentamiento global, el agujero de la capa de ozono, el agotamiento de los acuíferos, el deterioro de la vida en medio urbano y la anomia social. El crecimiento de las fuerzas productivas ponía de relieve su carácter destructivo cada vez más preponderante. La fe en el progreso hacía aguas; el desarrollo material esterilizaba el terreno de la libertad y amenazaba la supervivencia. La revelación de que una sociedad libre no vendría jamás de la mano de una clase directora, que mediante un uso racional del saber científico y técnico multiplicase la producción e inaugurara una época de abundancia donde todos quedaran ahítos, no era más que una consecuencia de la crítica de la función socialmente regresiva de la ciencia y la tecnología, o sea, del cuestionamiento de la idea de progreso. Pero el progresismo no era solamente un dogma burgués, era la característica principal de la doctrina proletaria. La crítica del progreso implicaba pues el final no sólo de la ideología burguesa sino de la obrerista. La solución a las desigualdades e injusticias no radicaba precisamente en un progresismo de nuevo cuño, en otra idea del progreso depurada de contradicciones. Como dijo Jaime Semprun, cuando el barco se hunde, lo importante no es disponer de una teoría correcta de la navegación, sino saber cómo fabricar con rapidez una balsa de troncos. Aprender a cultivar un huerto como recomendó Voltaire, a fabricar pan o a construir un molino como desean los neorrurales podría ser más importante que conocer la obra de Marx, la de Bakunin o la de la Internacional Situacionista. Eso significa que los problemas provocados por el desarrollismo no pueden acomodarse en el ámbito del saber especulativo y de la ideología porque son menos teóricos que prácticos, y, por consiguiente, la crítica tiene que encaminarse hacia la praxis. En ese estado de urgencia, el cómo vivir en un régimen no capitalista deja de ser una cuestión para la utopía para devenir el más realista de los planteamientos. Si la libertad depende de la desaparición de las burocracias y del Estado, del desmantelamiento de la producción industrial, de la abolición del trabajo asalariado, de la reapropiación de los conocimientos antiguos y del retorno a la agricultura tradicional, o sea, de un proceso radical de descentralización, desindustrialización y desurbanización debutando con la reapropiación del territorio, el sujeto capaz de llevar adelante esa inmensa tarea no puede ser aquél cuyos intereses permanecían asociados al crecimiento, a la acumulación incesante de capital, a la extensión de la jerarquía, a la expansión de la industria y a la urbanización generalizada. Un ser colectivo a la altura de esa misión no podría formarse en la disputa de una parte de las plusvalías del sistema sino a partir de la deserción misma, encontrando en la lucha por separarse la fuerza necesaria para constituirse.

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El Pacto del Euro y más allá: entender la economía como crimen organizado

Publicado por Álvaro en , , , , el 10.6.11





EL PACTO DEL EURO Y MÁS ALLÁ: Entender la economía como crimen organizado



La opinión de la Anarchist Federation sobre Gandhi

Publicado por Álvaro en el 28.5.11




Os traduzco el siguiente texto de la Anarchist Federation, en primicia. No doy mi opinión sobre el mismo, simplemente lo traduzco.
  Los pacifistas citan a menudo a Mahatma Gandhi como un brillante ejemplo de cómo la desobediencia civil no violenta funciona. Desafortunadamente, estas alabanzas obvian un estudio en detalle del rol jugado por Gandhi en la lucha de la India por la "independencia", y tan importante como esto, quiénes fueron sus aliados de clase en dicha lucha.

Para 1919, la clase capitalista india había decidido que deseaba la independencia de sus gobernadores británicos. Sin embargo, como puede imaginarse, los británicos se mostraban reticentes a aceptarlo y una campaña de propaganda por la retirada no tuvo efecto. Los trabajadores y campesinos indios también se resentían del yugo de la dominación británica. En respuesta a una concentración masiva en Armitsar en el Panyab, el general Dyer ordenó ametrallar a la multitud, resultando muertas más de trescientas personas y muchos miles de heridos.

La clase capitalista india llegó a la conclusión de que tras el fracaso de la campaña de propaganda se necesitaba una acción masiva para lograr la independencia. Sin embargo, les perseguía el espectro de la revolución rusa, que había progresado desde demandas democráticas hasta la revolución social declarada. Recibieron la respuesta a sus plegarias en Gandhi, el cual había liderado ya varias campañas de desobediencia civil en Sudáfrica contra sus leyes racistas. Por lo tanto poseía una cierta credibilidad y no estaba lastrado por ninguna identificación con una región particular del subcontinente.

Sus teorías sobre la desobediencia civil estaban enraizadas en la teología hindú. Predicaba la unidad entre las clases de la India, siendo los ricos los "fiduciarios" de los pobres. Este mensaje de unidad entre clases era vital para crear una alianza entre los empresarios industriales y los campesinos ricos. Los capitalistas indios dieron una bienvenida entusiasta a estas ideas, y fue financiado por algunos de los líderes industriales del oeste de la India, los Sarabhai (magnates textiles del Guyarat) y los Birla (el segundo mayor grupo industrial de la India). Se le donaron millones de rupias a lo largo de un período de veinticinco años. Los campesinos ricos y los tenderos le proveyeron también de una fuente de activistas para su Partido del Congreso. Debido a la simplicidad de su estilo de vida, Gandhi pudo movilizar tras él a campesinos y trabajadores por la causa del nacionalismo, allí donde los políticos indios lo hubieran tenido muy difícil con sus altos sombreros y sus trajes de gala. Facilitó una alianza cruzada por el nacionalismo.

Gandhi había defendido sus doctrinas sobre la no-violencia desde el principio. Esto no le impidió apoyar a los británicos en las Guerras de los Bóers de 1899, ofreciéndose voluntario para ayudarles y organizando cuerpos de ambulancias. Como él dijo, "mientras los sujetos rindan lealtad a un estado, generalmente es su claro deber adaptarse y dar su apoyo a los actos del estado". Mientras Gandhi se encontraba organizando una marcha masiva en Sudáfrica en 1913, para obtener derechos para los indios de allí, los trabajadores blancos del ferrocarril se pusieron en huelga para pedir mejoras en su sueldo y condiciones de trabajo. Gandhi canceló inmediatamente su marcha, argumentando que los activistas civiles no deberían aprovecharse de las dificultades de un gobierno. Durante el estallido de la I Guerra Mundial, Gandhi se dedicó activamente al reclutamiento de hombres para los británicos, a pesar de su "pacifismo". Durante el estallido de la II Guerra Mundial, prometió públicamente no avergonzar a los británicos y prestar apoyo moral a los Aliados.

Cada una de las masivas campañas de desobediencia civil de Gandhi (1920-1922, 1930-1933,1942) tuvieron lugar cuando el capitalismo británico se hallaba en problemas. Cada crisis rompió un poco más los lazos con el Reino Unido. Así mismo, reforzaron a los capitalistas indios. De acuerdo, se podría argumentar, era una buena táctica atacar al imperialismo británico cuando estaba en dificultades. Lo que Gandhi no hizo fue unir la segunda campaña con el alzamiento masivo de la clase trabajadora, en conjunción con una campaña masiva contra la Comisión Parlamentaria Británica que estaba recorriendo la India (ambos en 1928). En vez de eso, esperó hasta 1930 para lanzar la campaña. Rechazaba la idea de combinar las luchas de los trabajadores con una campaña por la retirada británica debido a que era un defensor de la paz entre las diferentes clases de la India.

Gandhi no cuestionó tampoco en ningún momento el concepto de "legalidad". Dijo a sus seguidores que obedecieran la ley y siempre insistió en que los británicos tenían "derecho legal" de arrestarlos. Una vez arrestados, se le dijo a los manifestantes que se aislaran del exterior y aguardasen pasivamente su puesta en libertad.

Cuando unos marineros indios se amotinaron en Bombay en abril de 1946 y los soldados indios rehusaron dispararles, el Partido del Congreso de Gandhi rehusó apoyarles, lo cual acabó efectivamente con el motín. Los trabajadores mostraron su apoyo con huelgas masivas, y el pensar en la acción combinada de trabajadores y soldados rasos debió ser problemático para Gandhi.

El uso de la religión hindú por parte de Gandhi como justificación para la desobediencia civil fue desastroso. No sólo distanció a los miembros de otras religiones de la India, principalmente los musulmanes, sino que también legitimó el sistema de castas. Gandhi se opuso a que una casta oprimiera a la otra, pero nunca se expresó a favor de la abolición del sistema de castas en sí. Muchos "intocables" fueron así alejados. Las masacres que tuvieron lugar tras la independencia fueron, al menos en parte, debidas a la reticencia de Gandhi a incluir a los musulmanes en su Partido del Congreso.

Aunque Gandhi reconoció haber leído a ciertos pensadores libertarios, especialmente Kropotkin, tenía muy poco en común con sus ideas. Mientras Kropotkin estaba comprometido con el fin de la sociedad de clases, Gandhi nunca repudió el sistema de clases o castas, y nunca intentó llegar a las masas obreras de la India o del exterior. En ese sentido, su puritanismo, su disgusto por la sexualidad, su culto al martirio... tenían muy poco que ver con el anarquismo militante.

El pacifista coherente

Publicado por Álvaro en el 28.5.11




Lo primero que toda persona debe plantearse al adoptar una postura en la vida es: ¿qué pasaría si todo el mundo se comportase exactamente igual que yo? O como Gandhi dijo:
  Sé el cambio que deseas ver en el mundo.

También uno debe preguntarse: ¿qué pasaría si tuviese que llevar mi postura hasta sus últimas consecuencias? ¿Qué pasaría, pues, si todo el mundo me respaldase y al mismo tiempo no diera mi brazo a torcer en nada? Estas dos preguntas son básicas a la hora de construir tu propio discurso moral y tu propia manera de ver el mundo; yo, personalmente, me lo pregunto todos los días, y varío mis acciones o pensamientos en base a ello. Gandhi (el cual creo que no necesita presentación) tenía muy clara su postura pacifista y la llevó a sus últimas consecuencias sin ningún tipo de reparo. En 1940, cuando la invasión de las islas británicas por parte de la Alemania nazi parecía inminente, ofreció el siguiente consejo a los británicos:
  Me gustaría que dejárais las armas que tenéis pues han probado ser inútiles para salvaros a vosotros mismos o a la humanidad. Invitaréis a Herr Hitler y al Signor Mussolini a tomar lo que quieran de los países que afirmáis que son vuestros... Si estos caballeros eligen ocupar vuestros hogares, los desalojaréis. Si no os dejan abandonar el país, dejaréis vosotros mismos, hombres, mujeres y niños, que os masacren, pero os resistiréis a ofrecerles vuestra lealtad.

En una entrevista de posguerra de 1946, Gandhi ofreció una visión incluso más extrema:
  Hitler mató a cinco millones de judíos. Es el mayor crimen de nuestra época. Pero los judíos deberían haberse ofrecido ellos mismos al cuchillo del carnicero. Deberían haberse lanzado ellos mismos al mar desde acantilados... Eso habría agitado al mundo y al pueblo alemán... En cualquier caso sucumbieron por millones.


Las conclusiones las dejo al lector.

El consenso de mínimos

Publicado por Álvaro en el 24.5.11




Sabía que el movimiento DRY/acampadas era reformista, pero lo de ayer me dejó toda la noche rezando a san Durruti.

Os contaré algo que pasó anoche. Un chaval subió al estrado a opinar en la asamblea informativa que no le parecía bien la actuación de la comisión de acción la noche de las elecciones; ésta había decidido esa misma noche ir a donde se reunían el PP y el PSOE para celebrar el resultado de la fiesta del Sistema, a fin de pitarles y calentarles un poco. Este chaval se quejaba de que la acción podía ser vista como una falta de respeto a los que han votado a esos partidos, que con acciones como ésa la ciudadanía no se va a poner de parte de las acampadas, y que la acción no había sido aprobada en la asamblea informativa. Algunos le aplaudieron y otros le pitaron. Más tarde encontramos al chaval discutiendo con algunas y algunos de la comisión de acción; los de la comisión le achacaban la poca precaución que había tenido de desinformar a la asamblea sin consultarles primero lo que había pasado realmente. También argumentaban que no podían haber avisado en la asamblea informativa de lo que iban a hacer porque entonces el despliegue de antidisturbios hubiera hecho imposible la acción. Una amiga salió en defensa del chaval apasionadamente, afirmando que las acampadas son pacíficas y que todo debe votarse en la asamblea general. Insistió en que ella había estado allí desde el primer día e insinuó que ese tipo de acciones desprestigian el movimiento. Uno de los de la comisión de acción, que debe ser un militante del anarquismo murciano porque le he visto varias veces liderando manifestaciones, le contestó lo siguiente: que no se puede ir al ritmo que marcan los medios, que el riesgo de criminalización siempre está ahí, que no se puede hacer una revolución lanzando flores sino que hay que perder la comodidad y la seguridad, que en las comisarías españolas se maltrata a los anti-sistema, que está todo muy bien montado como para cambiarlo tan fácilmente, que cuando acabara esto del 15-M ella dejaría de luchar pero él seguiría en la brecha.

Sirva esto como ejemplo de las tensiones que se están produciendo entre reformistas y revolucionarios, entre pro-sistema y anti-sistema, entre pacifistas radicales y agitadores, y de cómo están confluyendo todos los puntos de vista en las acampadas. En cualquier caso, hoy quería hablaros de lo que me dejó temblando anoche: el consenso de mínimos.

El consenso de mínimos es la nueva corriente que está surgiendo por las acampadas. Lo que sostienen sus defensores es que el espíritu del 15-M se ha perdido, que las acampadas se están dispersando en temas que no interesan a la mayoría de la población, y que hay que volver a estos tres puntos esenciales:
  • Modificación de la ley electoral.
  • Separación del poder político y judicial.
  • Fin de la corrupción política.
El objetivo es conseguir un 100% de consenso de la población española sobre estos tres temas, conseguir que se aprueben, y una vez conseguidos y disponiendo de una "democracia real", podremos reivindicar otros temas de manera más fácil.

Si esto triunfa será el fin no sólo del movimiento de protesta del 15-M, sino de cualquier posibilidad de revolución real en los próximos años o incluso décadas. Será mucho peor el remedio que la enfermedad.

En primer lugar, el razonamiento detrás de estas tres reivindicaciones es furiosamente pro-sistema: no vivimos en una democracia porque el voto de todos no cuenta lo mismo o porque algunos jueces son nombrados por políticos; una vez solucionado eso, entonces disfrutaremos de una verdadera democracia y podremos presentar nuestras reivindicaciones ante los políticos que, ahora sí, nos representarán con total legitimidad. Vislumbro un futuro en el que las movilizaciones sociales pueden perder fuerza, especialmente las anti-sistema, debido a que ya no habrá razón para actuar al margen de la política porque ésta será perfectamente representativa. Si este discurso cala entre la población, una vez más el poder constituido habrá conseguido asimilar una protesta para salir reforzado.

En segundo lugar, no existe consenso posible entre el lobo y las ovejas. Cualquier propuesta en la que coincida el 100% de la población no puede ser beneficiosa para el proletariado, ya que en ese 100% podemos encontrar a patronos terroristas, a grandes fortunas parásitas, a liberados que viven de calentar el asiento, a banqueros criminales, a militares, a policías, a políticos profesionales, etc. El discurso ciudadanista que nos ha invadido desde hace unos años insiste en que tenemos que remar en una sola dirección y que la democracia consiste en oír todas las voces. Falso. Existe una cosa que nuestros abuelos conocían perfectamente, que se llama lucha de clases. Los trabajadores estamos rodeados de enemigos por todas partes, a los cuales no sólo no hay que escuchar sino que hay que excluir de cualquier asamblea, puesto que sus intereses son exactamente opuestos a los nuestros. El victimismo de la izquierda es bochornoso, así como su intento de conciliar al pueblo con una serie de parásitos que en cualquier mundo coherente serían ajusticiados por masas enfurecidas.

En tercer y último lugar, en este consenso de mínimos radicales no figuran puntos que considero tan elementales como la anulación de la reforma de pensiones, la anulación de la reforma laboral, el fin de los paraísos fiscales, la abolición de la monarquía... por no hablar de otros no exactamente relacionados con el movimiento pero también fundamentales, como la abolición de la tauromaquia o el desmantelamiento de las centrales nucleares. ¿Pueden existir puntos más básicos que estos? ¿Pueden existir reclamaciones de justicia más elementales? Si no hablamos de esto, ¿de qué estamos hablando? ¿Y por qué si el manifiesto del 15-M (lo que originó todo esto) hacía propuestas infinitamente más combativas (en comparación), el consenso son estos tres puntos? ¿Qué está pasando?

Una vez más, la izquierda llorica y victimista gana. "Revolución", leo en una gran pancarta sobre la asamblea. Dejadme que llore yo también, pues.

Pedro J. Ramírez nos anima a no votar

Publicado por Álvaro en , el 22.5.11




Más claro, agua.

Ejemplo de manifiesto anarquista para las acampadas

Publicado por Álvaro en , , el 20.5.11




[Este texto es "copyleft". Siéntete libre de tachar o añadir lo que te dé la real gana, tan sólo te pido que si lo usas en tu discurso me lo notifiques. El objetivo del manifiesto ha sido su inmediatez, no detenerse en profundos análisis intelectuales, para los cuales habrá otros momentos.]

Como alternativa al manifiesto de Democracia Real Ya y como alternativa a lo que vemos que es el discurso mayoritario de las acampadas, las y los anarquistas queremos expresar nuestro punto de vista.

1º) El capitalismo es una crisis permanente. Esta crisis financiera concreta que vivimos es sólo una de las múltiples formas en que se pueden manifestar las fuerzas destructivas del capital. Para la mayoría de la población mundial no existe el concepto de "crisis", ya que siempre han vivido instalados en una emergencia diaria por la supervivencia. El materialismo de nuestra sociedad se basa en la explotación sistemática de los desheredados de la tierra; y dentro de nuestra sociedad existe una masa permanente de pobreza y exclusión social en la que cualquiera podemos caer, con crisis o sin ella. A la izquierda institucional se le llena la boca criticando el neoliberalismo, cuando en realidad toda la historia del capitalismo es la historia de la barbarie, el egoísmo, la esclavitud, la alienación, la guerra y la destrucción de los ecosistemas.

2º) El estado es el principal garante del capitalismo. La izquierda institucional pretende reforzar el estado para que éste ponga barreras al capital, sin tener en cuenta dos cosas: primero, que los estados son los que han rescatado al capital de su colapso, demostrando así el poder que tienen para modificar el curso de la economía cuando les interesa; y segundo, que el capitalismo necesita esas regulaciones y barreras para que su funcionamiento depredador no le lleve al aniquilamiento. Consideramos que regular el capitalismo es perfeccionarlo, y por tanto perpetuarlo.

3º) El parlamentarismo es una dictadura implícita. Al votar cada cuatro años estáis eligiendo a las personas que van a dirigir nuestros destinos a su voluntad sin tener en cuenta al pueblo. Estáis eligiendo a vuestros propios amos. El poder corrompe, y el poder absoluto corrompe absolutamente. No nos interesa si se convocan uno, dos o cien referéndums; no queremos que nadie nos dé limosnas. Queremos que el poder resida única y exclusivamente en manos del pueblo, organizado en asambleas soberanas como ésta. Sólo la voz del pueblo dirá cómo ha de vivir el pueblo.

4º) La próxima revolución deberá basarse en la igualdad, la ética y el poder popular, y no en el materialismo. No buscamos reingresar en la clase media, buscamos que desaparezcan las clases. No queremos una solución a corto plazo, queremos una solución permanente. No nos interesa un mundo en el que los objetos y el dinero sean el centro de atención; queremos ser ricos en humanidad, compañerismo, valerosidad y resistencia ante la adversidad. El capitalismo y el bienestarismo han aniquilado nuestro espíritu de comunidad, es hora de recuperarlo.

5º) No podemos luchar sólo por nosotros. No olvidemos a todos los que sufren y que no tienen voz. No olvidemos a los inmigrantes, a los que el sistema explotó en su momento y ahora desecha como pañuelos usados. No olvidemos a los permanentemente excluidos y marginados. No olvidemos a los pueblos oprimidos: el palestino, sometido a un lento exterminio; el libio, aplastado entre el Imperialismo petrolero y un megalómano apoyado por Occidente; el saharaui, el congoleño, el ecuato-guineano, el mapuche y tantos y tantos otros. No olvidemos a la madre tierra, a los ecosistemas que nos sustentan, el mayor patrimonio de los pueblos. No olvidemos a los animales que son tratados como basura en las infernales granjas industriales. Compañeros: ¡no olvidemos!

No queremos que nadie gobierne nuestras vidas, no queremos obedecer. No queremos pleno empleo si tenemos que dedicarnos a tareas denigrantes e improductivas. No queremos un capitalismo sostenible que acabe con la Naturaleza más lentamente. No queremos un crecimiento perpetuo de la economía. No queremos basar nuestra vida en recursos energéticos y materiales que desaparecen. No queremos protagonizar noticiarios porque los medios son los perros de presa de los mercados. No queremos la aprobación de los gobernantes sino sólo la de nuestros iguales. No queremos ejércitos, no queremos guerra, no queremos oprimir a nuestros semejantes, no queremos participar en la sociedad del espectáculo, no queremos ser marionetas en vuestras manos.

¡Lo queremos todo! ¡Ni un paso atrás!

Mis razones para estar en contra de la energía nuclear

Publicado por Álvaro en , , , , el 17.3.11




Dado que soy consciente de que el ruido mediático de nuestros días pone díficil analizar cualquier tema en profundidad, intentaré dar las razones muy concisas por las que estoy en contra de la generación de energía eléctrica a partir de reacciones de fisión nuclear. Además, las ordenaré de mayor importancia a menor.
  • Es innecesaria. El ser humano lleva unos 200.000 años dando vueltas por aquí y la energía nuclear unos 50. Eso representa un 0,025% del tiempo de nuestra especie, o dicho de otra forma, que el homo sapiens sapiens se las ha arreglado durante el 99'975% de su tiempo sin ella. En España representa el 18.29% de la energía eléctrica consumida1, porcentaje del cual se podría prescindir sin problemas simplemente volviendo a niveles de consumo eléctrico posteriores al año 20002 (y aún daría de sobra para conectar muchas videoconsolas más, o luces de neón, o adornos navideños).

  • Supone una condena para el futuro, para siempre. Si Rómulo y Remo hubiesen construido una central nuclear, sus residuos seguirían siendo igual de dañinos ahora que cuando se generaron, y aún faltarían cientos de miles de años para que se volvieran inofensivos. Supone un acto criminal y amoral enterrar semejantes bombas de relojería que requieren cuidados continuos; los planes para la gestión de residuos radiactivos no se redactan para más allá de 100 años3 (del 0.001% al 1% de la vida de los residuos4).

  • Las centrales no son seguras. Ni siquiera cuando una central se diseña específicamente contra un desastre natural (como lo fueron las japonesas5) puede asegurarse que lo resista. Además, las centrales dependen de una total estabilidad sociopolítica y estructural; un corte prolongado del suministro eléctrico, un ataque terrorista o una guerra suponen amenazas más que posibles en cuarenta años de vida de una central. En caso de guerra, por cierto, las centrales nucleares son un caramelo para el enemigo: una bomba nuclear que estallara sobre una central nuclear causaría un desastre inimaginable, ya que sus efectos se multiplicarían.

  • La generación de energía eléctrica es la fachada civil de la energía nuclear, que oculta su interior militar. Los países del Norte económico se alarman con toda la razón ante la intención de Irán y Venezuela de generar energía eléctrica nuclear, ya que es la excusa que ellos mismos utilizaron para embellecer su totalitario programa armamentístico. "¡Bienvenidos a la era atómica!", rezaba la propaganda prometiendo el paraíso mientras algunos japoneses se volatilizaban. Los residuos de plutonio de una central nuclear pueden servir para construir una bomba atómica; estar a favor de la energía eléctrica nuclear es estar a favor de las bombas atómicas (la mayor amenaza a la que se ha enfrentado jamás la biosfera). Además, estos residuos constituyen un gran peligro potencial, ya que si un grupo armado con los suficientes recursos se apoderase de ellos podrían llegar a desarrollar sus propias armas.

  • La energía nuclear es, de todas las fuentes de energía eléctrica, la más centralizada, tecnificada, regulada, autoritaria y estatal. Por tanto la menos popular, democrática y accesible. Sólo un estado tan poderoso como los actuales puede desarrollar tal infraestructura y protocolos, sólo una sociedad tecnócrata y ultratecnificada como la nuestra puede dominar al monstruo. Una sociedad con energía nuclear no puede ser nunca democrática.

  • Las centrales nucleares son tremendamente caras y necesitan grandes ayudas gubernamentales para ser económicamente viables, quedándose después los beneficios la empresa que las gestiona. Ésta es la razón de que se alargue tanto la vida de las centrales, para exprimir la gallina de los subvencionados huevos de oro. Un ejemplo: la central finlandesa Olkiluoto 3 fue inicialmente presupuestada en tres 3000 millones de euros, pero actualmente sus costes de construcción ya ascienden a 5300 y no se sabe a cuánto puede llegar la factura6 (a esto hay que añadir los costes en el retraso de su inauguración, y por el tanto el retraso en generar beneficios). Las centrales también son muy caras de desmantelar, a lo que se añaden los costes de mantenimiento de los residuos para siempre. Por ejemplo, el gobierno español estimó en 1990 que podría costar hasta 360 millones de euros desmantelar Vandellós I7.

  • La tasa de retorno energético de una central nuclear es incierta, pero podría ser muy baja cuando se tiene en cuenta la energía empleada en la creación, mantenimiento y desmantelación de la misma. Buscando en Internet he encontrado datos contradictorios, por una sencilla razón: es casi imposible hacer un cálculo exacto de cuánta energía neta aporta una central, por los múltiples "inputs" energéticos de todo tipo que necesita. Dicho de otro modo, el "output" está claro, pero el "input" no. Dicho de otro modo, no se sabe hasta qué punto es energéticamente rentable la construcción de una central, incluso si podría serlo en absoluto.

  • Es falso que una central nuclear no genere emisiones de CO2: lo genera indirectamente, a través de la intensa actividad propulsada por energía fósil que requiere su construcción, mantenimiento, desmantelación y supervisión de los residuos.

  • El uranio no es infinito. No está claro cuándo se alcanzará el cénit de extracción del mismo; el Energy Watch Group predice que sólo se podrá satisfacer la demanda de las centrales actuales hasta el 20358.

  • El uranio nos hace depender energéticamente de otros gobiernos y empresas extranjeros, y por tanto dependientes de sus intereses. El hecho de que hoy en día Canadá y Australia sean "naciones amigas" no garantiza que sigan siéndolo de aquí a unas décadas, y más en estos tiempos tan convulsos.
Entonces, ¿por qué hay gente que defiende esta forma tan demente de generar energía eléctrica? Podemos dividir a sus defensores en dos grupos: los que sacan tajada y los que se dejan engañar por los que sacan tajada. Los que sacan tajada no son sólo los directamente implicados en el negocio (las compañías eléctricas y sus accionistas), sino también los medios que financian con su publicidad y los paniaguados como Felipe González (consejero de Gas Natural/Unión Fenosa) o Aznar (consejero de Endesa). A este conjunto de picapedreros de la opinión pública, maestros del engaño y la manipulación, los denominamos el lobby pro-nuclear. Tampoco podemos olvidarnos de los gobiernos que promueven la energía nuclear con fines militares, los últimos de ellos Irán y Venezuela, y los primeros Estados Unidos, Israel y Francia.

Ante este panorama tan negativo y casi apocalíptico, dejadme decir el tópico tan cierto: NUCLEAR NO, GRACIAS.



(1) http://www.foronuclear.org/pdf/resultados_perspectivas_nucleares_2008.pdf
(2) http://upload.wikimedia.org/wikipedia/es/timeline/33616a74fe4e3101fcff1451b2228dae.png
(3) http://en.wikipedia.org/wiki/Radioactive_waste#Long_term_management_of_waste
(4) http://en.wikipedia.org/wiki/Radioactive_waste#Geologic_disposal
(5) http://www.world-nuclear.org/info/inf18.html
(6) http://ipsnews.net/news.asp?idnews=50308
(7) http://www.elpais.com/articulo/espana/Gobierno/estima/40000
/millones/coste/desmantelar/Vandellos/elpepiesp/19900601elpepinac_2/Tes

(8) http://www.energywatchgroup.org/fileadmin/global/pdf/EWG_Report_Uranium_3-12-2006ms.pdf

Características comunes a todos los estados

Publicado por Álvaro en , , el 6.1.11




La estatolatría (la adoración del aparato estatal como un ente sabio cuyo objetivo es proteger al pueblo) es un problema común entre lo que se viene a llamar "la izquierda", cada vez más perdida en unos discursos que refuerzan sobremanera el sistema de dominación. Por supuesto, en este caso el problema vuelve a ser el que tantas veces se da: que en materia de política la gente tiende a aceptar las definiciones clásicas de cada concepto, obviando la realidad práctica del día a día. Ejemplos los tenemos a miles: el PSOE es "de izquierdas", a pesar de que está hundiendo al proletariado con sus reformas capitalistas; lo estatal es igual a "lo público", a pesar de que en ese caso el ejército sería un servicio público; la democracia parlamentaria representa la voluntad del pueblo a través de los cargos electos, a pesar de que casi siempre estos legislen en contra de la opinión mayoritaria (como cuando Aznar fue a la guerra, oponiéndose a los deseos de una mayoría aplastante, incluidos sus votantes). Sencillamente, para el personal es cómodo quedarse con las definiciones que nos han inculcado desde bien pequeños, porque cuestionarlas es entrar en un cenagal de relativismos en los que nada es lo que parece... cosa que a mí me encanta.

Se ha escrito mucho desde los círculos anarquistas en contra del Estado (entendido éste como el aparato legislativo, ejecutivo, judicial, militar, etc. que controla un territorio), y este texto no va a aportar nada nuevo. Simplmente me dispongo a nombrar sucintamente una serie de características que comparten todos los estados que han existido desde el principio de los tiempos hasta el día de hoy, hayan sido imperiales, feudales, republicanos, pequeños, grandes, fascistas, comunistas, socialistas, socialdemócratas..., y además reto a que cualquiera que esté leyendo esto me rebata mis argumentos con un solo contraejemplo. Pues bien:

  • La principal función del Estado es proteger a la élite que ostenta el poder. Así es. No importa que esta élite la formen los patricios, los señores feudales, los plutócratas o los burócratas. Cuando hay un Estado hay una élite, y viceversa; ambas cosas siempre van de la mano, y surgen al mismo tiempo y evolucionan juntas. Un pueblo realmente igualitario y libre no necesitaría Estado ni vería la necesidad de crearlo; éste aparece cuando existen desigualdades que necesitan ser mantenidas, puesto que sin un poder coercitivo la entropía de las sociedades tiende a nivelar los estratos sociales de forma natural. El estado romano protegía a los patricios de la ira de la plebe y los esclavos (como ya expliqué en otro texto), y ampliaba su poder para favorecer con riquezas a estos ciudadanos; el estado capitalista, lo estamos viendo cada día, establece un escudo protector alrededor del capital, que siempre gana; el estado comunista favorece a los endiosados burócratas, los cuales rigen los destinos de la plebe sin cerebro enviándolos a la guerra o al Gulag mientras ellos calientan su cómoda butaca de piel.
  • El Estado siempre busca el crecimiento y la expansión en el plano económico, militar, territorial y diplomático. Nunca en tantos milenios de existencia de estos entes se ha dado el caso de que un Estado dijera "hasta aquí hemos llegado, ya tenemos suficiente". En general, cualquier poder siempre quiere una cosa: más poder. Esto, por supuesto, se relaciona estrechamente con el primer punto: la élite a la cual el Estado sirve nunca va a tener suficiente gloria, dinero, fama o poder.
  • El Estado es belicoso por naturaleza, lo cual se deriva directamente de los primeros dos puntos. El mantenimiento injusto de los privilegios necesita un aparato coercitivo de puertas para dentro, y la expansión ilimitada necesita un aparato coercitivo de puertas para afuera. Como ya expliqué en otro texto, la función más secundaria de todas las de un ejército estatal es la defensa del territorio frente a un ataque exterior. ¿Cuántas invasiones ha sufrido nunca Estados Unidos (el mayor aparato militar de la historia), y cuántas veces ha atacado a otros países?
  • El Estado monopoliza el uso de la violencia. A pesar de ser violento por naturaleza, esta violencia debe encuadrarse dentro de unos límites burocráticos controlables. Las agresiones deben tener un método y ser sistemáticas, y deben estar al servicio de los intereses que defiende el Estado. La fuerza es el último argumento del que dispone y ningún particular debe poseer la capacidad de rebatírselo.
  • El Estado destruye el ecosistema, lo cual también se deriva de los dos primeros puntos. Nombradme un solo estado ecologista, si podéis. Como ya estamos más que hartos de saber, y no creo que haga falta volver a explicarlo, el crecimiento ilimitado es antiecológico por naturaleza. Con lo cual la expresión "estado ecológico" sería un oxímoron.
  • El Estado siempre busca una justificación ideológica a sus crímenes e injusticias. Esto es importante y diferencia la Estado de otras estructuras de poder como las mafias: cualquier atrocidad que se cometa o cualquier injusticia que se mantenga tiene una base mitológica. Ese mito operacional que justifica al Estado ha variado muchísimo a lo largo de la historia, pero usualmente suele estar apoyado en la religión, la tradición, la inferioridad de los extranjeros o los supuestos valores morales que el Estado dice encarnar. El imperio romano no decía "hemos invadido tal país para robarles las riquezas que legítimamente les pertenecían y dárselas en su mayor parte a los patricios", sino "los bárbaros han sido subyugados para mayor gloria del pueblo de Roma, con la ayuda de los dioses que velan por esta tierra". Estados Unidos no dice "hemos invadido Iraq para controlar una zona rica en petróleo", sino "hemos derrocado a un tirano y ahora intentamos llevar la democracia a esas pobres gentes". Siempre existe algún tipo de excusa que justifica moralmente lo que se hace, nunca se admite abiertamente el crimen aunque esté a la vista de todo el mundo. Eso nos lleva al siguiente punto.
  • El Estado quiere que le quieran. Hay algo de lo que tampoco tiene nunca suficiente: amor. Incluso el Estado más tirano de todos ha alentado el patriotismo, ha adoctrinado a sus súbditos en el amor a la bandera y ha hecho resonar el himno nacional en las escuelas. A la mafia le da exactamente igual lo que piensen de ella mientras se haga lo que dice; el Estado tiene su corazoncito. Esto, no hace falta ni decirlo, está originado por el hecho de que es mucho más fácil dominar a la gente cuando controlas sus mentes, siendo el patriotismo la forma más elevada de manipulación interesada. No insistiré más en este punto que es de sobra conocido.
  • El Estado siempre dice actuar por el propio bien del pueblo, aunque los esté enviando a la cámara de gas a millones. Cuando Zapatero dinamita ciertos "derechos" (no me gusta esa palabra) de los trabajadores, lo hace para salir de la crisis, por nuestro bien. Cuando Franco masacraba anarquistas, lo hacía para recuperar esa España "una, grande y libre".
  • El Estado pretende ser en todo momento la encarnación del pueblo en forma de institución. Otra vez hago un paralelismo con la mafia: sus líderes simplemente manejan un negocio y no representan más que a ellos mismos. Sin embargo, cuando Zapatero habla con Obiang en la Moncloa, en la imaginación colectiva es como si toda España estuviese dialogando con toda Guinea Ecuatorial. No se trata de dos personas cualquiera hablando, sino de dos países hablando; otro de los mitos operacionales que es muy difícil sacar de la cabeza de la gente.

Bien, esto es todo lo que se me ocurre por el momento. Por supuesto, os animo a que expongáis vuestros propios argumentos sobre la naturaleza de ese monstruo insaciable llamado Estado.