"No te puedes quejar"
Publicado por Álvaro en autómatas el 7.11.08"No te puedes quejar".
He aquí una frase que realmente puede volver loco a un espíritu libre. He aquí otra:
"Confórmate con lo que tienes, hay otros que están peor".
Declaro desde aquí la guerra a este tipo de afirmaciones. Constituyen una falacia argumental carente de sentido, que atenta contra las raíces mismas de aquello que nos hace humanos. La conformidad es antinatural y ha sido un concepto creado por la religión al servicio del capitalismo; veamos por qué.
En primer lugar, la razón principal por la que aquellas frases malditas son un fraude es que siempre va a haber alguien peor que tú. La miseria humana no conoce límites y las penurias por las que algunas personas tienen que pasar son infinitas. Si aplicásemos los argumentos conformistas a rajatabla, alguien en España que trabajase 40 horas a la semana en una fábrica cobrando 500 euros no podría quejarse porque hay gente en la India trabajando 50 horas por 200 euros. A su vez, el de la India no se podría quejar porque hay gente en África trabajando 60 horas por 40 euros. A su vez, el de África no se podría quejar porque, y aquí viene el colmo de los engaños mentales, en otra época eran esclavos y ahora tiene libertad de elegir quién quiere que le explote. Llevando el razonamiento hasta sus últimas consecuencias, el único ser humano capaz de, finalmente, expresar descontento y mostrarse rebelde, sería el más absolutamente miserable, el más infectamente desdichado.
Observamos claramente cómo el conformismo es una filosofía de vida negativa, pues tiene en mente a todos los miserables de la Historia y se consuela pensando que no estamos como ellos. En cambio, el inconformismo se revela como una filosofía de vida positiva y esperanzadora, pues mira hacia delante y hacia un futuro mejor, se permite ser soñadora y deja de recrearse en las miserias de los demás. Es un punto de vista contrario al habitual, que considera al inconformista como alguien depresivo y frustrado.
En segundo lugar, no quejarse es seguirle el juego a los poderosos y propiciar las condiciones sociales que permiten que otras personas estén tan mal. El capitalismo "democrático" se fundamenta en la aceptación sumisa de las condiciones de explotación por parte de los trabajadores, que no sólo no se quejan sino que apoyan el Sistema, al cual le encanta (es más, necesita) que nadie abra la boca. Al igual que Guy Debord, yo opino que el apoyo del proletario al capitalismo no tiene sentido y que sólo se da por las condiciones alienantes de la sociedad del espectáculo. Las relaciones de explotación/sumisión que lo caracterizan perjudican al débil y benefician al poderoso, generan miseria y marginalidad y se regodean en la ignorancia y la brutalidad. Dado que el capitalismo es la mayor fuente de miseria humana en la actualidad, oponerse a dicha ideología (y, por extensión, al mismo Sistema, al mismo zeitgeist) es un acto de altruismo.
Así pues, a pesar de que los inconformistas puedan ser vistos como niños mimados que siempre quieren más, lo cierto es que no sólo reivindican mejores condiciones de vida para ellos mismos sino para todo el mundo. El inconformista, el espíritu rebelde, no sólo aspira a su propia felicidad sino también a la colectiva. Como decía Woody Allen en una película (aproximadamente), "no puedo ser feliz pensando que ahí fuera hay tanta gente sufriendo". Como decía Bakunin, "yo soy libre solamente en la medida en que reconozco la humanidad y respeto la libertad de todos los hombres que me rodean". Quejarse, en definitiva, puede ser visto como un acto de solidaridad y elevación moral. Éste es en parte el caso del Mayo del 68, el primer acto revolucionario de la Historia llevado a cabo por personas acomodadas.
En tercer lugar, la aspiración a unas condiciones de vida mejores es una característica humana fundamental e imborrable. Conformarse con lo que uno tiene, sin intentar mejorarlo (¡ni siquiera soñarlo!) es tan antinatural como aguantarse el orín. La persona sin rebeldía ni aspiraciones se convierte en un cadáver, en un autómata, y ha perdido buena parte de aquello que le convierte en un ser humano. Podemos reconocer a esas personas a nuestro alrededor: sin inquietudes, sin conciencia, sin brillo en los ojos, personas que se dedican a ver la televisión mientras piensan que viven en el mejor de los mundos posibles. Quizás sean más felices, aunque eso sea muy relativo, pero su felicidad es, como dijo Fernando Fernán Gómez en La silla de Fernando, la felicidad de un imbécil. Y, por tanto, de mucha menor calidad y nobleza que la felicidad de un rebelde.
¿Cómo puede haber desaparecido una característica fundamental del ser humano entre una gran parte de la sociedad? Dos factores entran en juego: religión y espectáculo. La religión convenció a la gente de que esta vida no era más que un tránsito hacia la eterna, de que lo que había que hacer era agachar la cabeza y esperar a morir. En cierto modo, se puede decir que trasladó las esperanzas de la gente de sitio: seguían soñando con algo mejor, pero no se preocupaban de alcanzarlo en esta vida porque lo creían seguro en la siguiente.
Pero aún más astuta ha sido la sociedad del espectáculo, ¡más incluso que la propia y nefasta religión, que ya no es efectiva como mecanismo represivo! El espectáculo ha conseguido trasladar la rebeldía y los sueños de la gente hacia fuera de ellos mismos. ¡Qué jugada! Hoy en día, "la gente" está más preocupada de que gane su equipo que de trabajar menos, más preocupada de que mejoren las consolas y los videojuegos que de que mejore la igualdad social, más preocupada de lo que le ocurra a tal personaje de tal serie de televisión que de la corrupción urbanística, más preocupada de cuántas medallas consiga España en las Olimpiadas que de qué va a ocurrir con sus vidas cuando el petróleo vuelva a subir. Las esperanzas de la gente siguen sin desparecer, porque eso es imposible, pero ahora se han desplazado hacia la esfera de lo imaginario y externo (e incluyo aquí cosas como el deporte o las noticias del corazón, que son reales pero están tratadas de forma espectacular y ficticia). Incluso la esperanza de los españoles en la victoria de Obama se podría enmarcar dentro de estas ilusiones por algo externo y ficticio (en el sentido de ajeno a la realidad común de esas personas). Por supuesto, la élite adora esto, ya que la rebeldía hacia lo irreal no puede afectarles.
En resumen, el espíritu crítico, inconformista y rebelde constituye un síntoma de salud mental y vitalidad, es moralmente superior al espíritu sedentario y además, a la larga, mejora realmente las condiciones de vida de la gente. Siempre y cuando, evidentemente, no dejemos que esa rebeldía nos consuma y nos frustre sino que sea una compañera de viaje amistosa para el resto de nuestra vida.
Observamos claramente cómo el conformismo es una filosofía de vida negativa, pues tiene en mente a todos los miserables de la Historia y se consuela pensando que no estamos como ellos. En cambio, el inconformismo se revela como una filosofía de vida positiva y esperanzadora, pues mira hacia delante y hacia un futuro mejor, se permite ser soñadora y deja de recrearse en las miserias de los demás. Es un punto de vista contrario al habitual, que considera al inconformista como alguien depresivo y frustrado.
En segundo lugar, no quejarse es seguirle el juego a los poderosos y propiciar las condiciones sociales que permiten que otras personas estén tan mal. El capitalismo "democrático" se fundamenta en la aceptación sumisa de las condiciones de explotación por parte de los trabajadores, que no sólo no se quejan sino que apoyan el Sistema, al cual le encanta (es más, necesita) que nadie abra la boca. Al igual que Guy Debord, yo opino que el apoyo del proletario al capitalismo no tiene sentido y que sólo se da por las condiciones alienantes de la sociedad del espectáculo. Las relaciones de explotación/sumisión que lo caracterizan perjudican al débil y benefician al poderoso, generan miseria y marginalidad y se regodean en la ignorancia y la brutalidad. Dado que el capitalismo es la mayor fuente de miseria humana en la actualidad, oponerse a dicha ideología (y, por extensión, al mismo Sistema, al mismo zeitgeist) es un acto de altruismo.
Así pues, a pesar de que los inconformistas puedan ser vistos como niños mimados que siempre quieren más, lo cierto es que no sólo reivindican mejores condiciones de vida para ellos mismos sino para todo el mundo. El inconformista, el espíritu rebelde, no sólo aspira a su propia felicidad sino también a la colectiva. Como decía Woody Allen en una película (aproximadamente), "no puedo ser feliz pensando que ahí fuera hay tanta gente sufriendo". Como decía Bakunin, "yo soy libre solamente en la medida en que reconozco la humanidad y respeto la libertad de todos los hombres que me rodean". Quejarse, en definitiva, puede ser visto como un acto de solidaridad y elevación moral. Éste es en parte el caso del Mayo del 68, el primer acto revolucionario de la Historia llevado a cabo por personas acomodadas.
En tercer lugar, la aspiración a unas condiciones de vida mejores es una característica humana fundamental e imborrable. Conformarse con lo que uno tiene, sin intentar mejorarlo (¡ni siquiera soñarlo!) es tan antinatural como aguantarse el orín. La persona sin rebeldía ni aspiraciones se convierte en un cadáver, en un autómata, y ha perdido buena parte de aquello que le convierte en un ser humano. Podemos reconocer a esas personas a nuestro alrededor: sin inquietudes, sin conciencia, sin brillo en los ojos, personas que se dedican a ver la televisión mientras piensan que viven en el mejor de los mundos posibles. Quizás sean más felices, aunque eso sea muy relativo, pero su felicidad es, como dijo Fernando Fernán Gómez en La silla de Fernando, la felicidad de un imbécil. Y, por tanto, de mucha menor calidad y nobleza que la felicidad de un rebelde.
¿Cómo puede haber desaparecido una característica fundamental del ser humano entre una gran parte de la sociedad? Dos factores entran en juego: religión y espectáculo. La religión convenció a la gente de que esta vida no era más que un tránsito hacia la eterna, de que lo que había que hacer era agachar la cabeza y esperar a morir. En cierto modo, se puede decir que trasladó las esperanzas de la gente de sitio: seguían soñando con algo mejor, pero no se preocupaban de alcanzarlo en esta vida porque lo creían seguro en la siguiente.
Pero aún más astuta ha sido la sociedad del espectáculo, ¡más incluso que la propia y nefasta religión, que ya no es efectiva como mecanismo represivo! El espectáculo ha conseguido trasladar la rebeldía y los sueños de la gente hacia fuera de ellos mismos. ¡Qué jugada! Hoy en día, "la gente" está más preocupada de que gane su equipo que de trabajar menos, más preocupada de que mejoren las consolas y los videojuegos que de que mejore la igualdad social, más preocupada de lo que le ocurra a tal personaje de tal serie de televisión que de la corrupción urbanística, más preocupada de cuántas medallas consiga España en las Olimpiadas que de qué va a ocurrir con sus vidas cuando el petróleo vuelva a subir. Las esperanzas de la gente siguen sin desparecer, porque eso es imposible, pero ahora se han desplazado hacia la esfera de lo imaginario y externo (e incluyo aquí cosas como el deporte o las noticias del corazón, que son reales pero están tratadas de forma espectacular y ficticia). Incluso la esperanza de los españoles en la victoria de Obama se podría enmarcar dentro de estas ilusiones por algo externo y ficticio (en el sentido de ajeno a la realidad común de esas personas). Por supuesto, la élite adora esto, ya que la rebeldía hacia lo irreal no puede afectarles.
En resumen, el espíritu crítico, inconformista y rebelde constituye un síntoma de salud mental y vitalidad, es moralmente superior al espíritu sedentario y además, a la larga, mejora realmente las condiciones de vida de la gente. Siempre y cuando, evidentemente, no dejemos que esa rebeldía nos consuma y nos frustre sino que sea una compañera de viaje amistosa para el resto de nuestra vida.
5 comentarios:
de acuerdo en gran parte de lo que dices, pero luego te comento con más detalle.
Ahora me voy a una Concentración por un Trabajo Digno en los Medios de Comunicación que no saldrá en los medios de comunicación. Pero no hay que conformarse...
Señor Anarcomisantropo, no puedo hacer otra cosa a parte de darle la razón. Pero es dificil adiestrar al pueblo con textos de este tipo. No digo que el texto sea dificil de entender, no; me refiero a que estamos tan sumidos en esta mierda de sistema que es muy dificil ir en contra de él, porque nuestro estilo de vida y muchos de nuestros valores más básicos se alimentan del mismo.
Pero en el futuro seremos más, muchos más.
Tengo un proyecto, (simple, muy simple) en el cual me gustaría recibir su apoyo.
Saludos.
Felicidades quillo es un artículo francamente muy bueno. De lo mejor que te he leído. Es algo que muchas veces me quejo en mis artículos pero no he conseguido transmitirlo tan bien como tú.
Sin ánimo de pelotearte ni nada tienes un estilo muy bueno de escritura. De lo mejorcito que he visto en la red.
Respecto a lo que dices pues me ha venido a la cabeza un juego al que le echaba muchas horas hace unos meses (Travian por si te apetece probarlo).
Por mi forma de ser (supongo) tenía tendencia a liderar las alianzas. Decían que tenía una personalidad muy rara y muy magnética. Y lo que más les sorprendía era mi estilo de "gobernar" ya que a diferencia de otros "gobernantes de alianzas" estaba totalmente en contra del "conformismo"
Siempre les decía criticad, constructivamente pero criticad, para que podamos saber "los gobernantes" que es lo que falla en la alianza y poder mejorarlo.
Aún así la gente era conformista. Nadie se me quejaba (y dudo que yo lo hiciera taaaaan bien).
Yo creo que el conformismo es una tendencia tan innata del ser humano que ser incorformista es como una anomalía si me permites la expresion. Me veían raro por inconformista pero a pesar de ello se conformaban conmigo.
El inconformismo es magnético y lleva al conformismo. Si te ven quejarte de ti mismo te ven como un lider y se conforman contigo.
Yo creo que el inconformismo es algo que se adquiere con la educacion y la lectura. Pero una educacion y lectura desde multiples puntos de vista. No la escuela del pensamiento unico.
Lo malo es que cada vez se valora menos la educacion, la lectura y se empaqueta y comercializa una especie de pensamiento único a la sociedad de aceptacion de que las cosas son como son.
Es un poco como tu dices, te venden la idea de que no te puedes quejar porque siempre hay alguien que esta peor que tú.
Perdón por el miniartículo comentario que te he escrito jejeje
Gracias por el miniartículo réplica :)
Estamos de acuerdo en que el conformismo es algo con lo que se nace y el conformismo es algo que uno "se hace" durante su juventud, principalmente. Por tanto el papel de la educación es fundamental para alcanzar un espíritu crítico (cosa que, ahora mismo, pues no ocurre).
Le echaré un ojo al juego :D
Frases tocapelotas hay a puñaos. Sé de quien dice no interesarse en nada político porque "no va a cambiar nada", porque "siempre va a haber injusticias", porque "pensar en esas cosas te hace estar deprimido/cabreado", etc.
Excusas baratas del conformista.
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