Nueva sección: enemigos del pueblo
Publicado por Álvaro en enemigos el 28.10.08Inauguro a partir de este momento una nueva sección, que tiene como objetivo identificar claramente a nuestros enemigos y decidir qué hacemos al respecto. Quizás esté, como yo, cansado de tanta teoría y sienta ganas de un poco de acción: permanezca, pues, a la escucha. Comenzaré con un prólogo que identifica al mínimo común denominador de todos los enemigos del pueblo.
PRÓLOGO: la lucha de clases
El asesor de Bill Clinton en la campaña electoral de 1992 le soltó una frase a su jefe que ha pasado a la Historia: "¡es la economía, estúpido!", haciéndole entender así a su pajillero asesorado que sus propuestas electorales debían centrarse en ese tema.
De la misma forma yo le digo a todos los intelectuales del mundo:
¡Es la lucha de clases, estúpidos!
Ese término tan manido, tan desgastado, tan vintage, tan cutre para mucha gente, es el resumen de todos nuestros problemas sociales actuales. Lo repito: es la lucha de clases, estúpidos.
¿Quieren acabar con el cambio climático? Acaben con las clases.
¿Quieren frenar la extinción masiva de especies? Acaben con las clases.
¿Quieren trabajar menos? Acaben con las clases.
¿Quieren una vivienda digna? Acaben con las clases.
¿Quieren trabajar en algo que les guste? Acaben con las clases.
¿Quieren una televisión de calidad? Acaben con las clases.
¿Quieren saber realmente lo que pasa en el mundo y no recibir las noticias distorsionadas y manipuladas? Acaben con las clases.
¿Quieren que su opinión como ciudadano cuente? Acaben con las clases.
La lucha de clases sólo se llama así cuando el pueblo se rebela. En cambio, cuando la élite nos pisa el cuello cada día desde que te levantas hasta que te acuestas, se llama "orden social", "estado de derecho", "estado del bienestar", y demás mentiras orwellianas que conviven con usted como hemorroides tumorosas. Y usted sabe que no es verdad, muy en el fondo usted sabe que no es cierto. Es un estado del bienestar para ellos, no para nosotros.
Lo sabes.
Lo sabes y estás cabreado, pero no sabes identificar a los culpables y señalarles con el dedo.
Lo sabes y a veces te gustaría levantarte del sofá y lanzarte a la calle con antorchas detrás de una masa de ciudadanos tan cabreados como tú.
Lo sabes y no soportas que te tomen el pelo.
Lo sabes y... ¿no puedes hacer nada?
Fin del prólogo.
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